Las calles de aquella zona estaban por completo desiertas, una luz tenue alumbraba la calle. Aquel vecindario a las afueras de la ciudad no era precisamente su zona de confort, pero calzaba con las condiciones mínimas requeridas para sus fines.
Amanda disfrutaba del olor a concreto después de la lluvia mientras escuchaba sus propios pasos rompiendo el silencio de esa noche.
Sabia dentro de sí que se dirigia a la que seria la noche más larga de su vida, larga y oscura. Se sentia más sola que nunca, ampliamente pequeña en medio de la ciudad.
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