-No te he dicho...Pero te ganaste una estrella.
Estrellita para ti!
El corazón de Septiembre se encogió al escuchar esa frase, pero prefirió dejar en el pasado las mil y una veces en las que ella jugó con eso.
En cambio, sonrió al caer en la cuenta que en esa relación no se sentía como en una competencia, no necesitaba sentirse revalidada o premiada porque nunca le fue tan fácil -y rápido- querer a alguien como quería a Francisco.
-Tu eres mi estrella, Fran. Eres todo el premio que necesito.
Francisco la tomó fuerte de la mano, Septiembre no sabía que su respuesta había hecho de ese, el mejor paseo en mucho tiempo para él.
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incentivos cáducos de nuevos comienzos |
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